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Que “dirigido por los haitianos” signifique algo



 Que “dirigido por los haitianos” signifique algo

Por Sir Ronald Sanders

El Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Albert Ramdin, ha propuesto una Hoja de Ruta para Haití. Es ambiciosa, detallada y prometedora si está adecuadamente en manos haitianas. Pero los planes no salvan a las personas; lo hacen la acción, el compromiso y la rendición de cuentas. Los haitianos deben fijar prioridades, aprobar presupuestos y rendir cuentas a sus ciudadanos y a la comunidad internacional por los resultados.

Ramdin merece crédito por asumir una posición frontal y activa sobre Haití. Ha puesto un marco sobre la mesa e invitado a los Estados Miembros de la OEA, a los Observadores Permanentes y a las instituciones interamericanas a ayudar a darle forma. Eso es liderazgo. Si otros se suman al impulso que ha iniciado, este plan puede pasar del papel a la práctica.

Una crisis que no puede esperar lo perfecto

Haití vive el más grave colapso de seguridad y gobernanza del hemisferio. Las pandillas armadas dominan gran parte de Puerto Príncipe; cientos de miles de personas están desplazadas; escuelas, clínicas, agua, alimentos—todo está desgastado. Las mujeres y las niñas soportan el mayor peso de esta crisis. La violación en grupo por pandillas es generalizada, especialmente en la capital, y se agrava por las condiciones precarias en los campamentos de desplazados. El llamado es simple y urgente: actuar ya.

Lo que acierta la Hoja de Ruta y la ayuda que necesita

La Hoja de Ruta reconoce que las Naciones Unidas deben liderar en paz y seguridad; la OEA debe facilitar, convocar y brindar apoyo civil específico. Sitúa al Gobierno de Haití como propietario y fijador de la agenda, con un Mecanismo de Grupo de Coordinación (CGM)—Haití, la ONU, CARICOM y la OEA—que provee orientación estratégica y supervisión política. Esa arquitectura es sólida—si “dirigido por los haitianos” se hace operativo como derechos de decisión haitianos, y no sólo presencia.

La financiación de la seguridad es el obstáculo del plan. La Misión de Apoyo Multinacional en Seguridad funciona con contribuciones voluntarias y el despliegue ha quedado rezagado. Se ha propuesto una oficina de apoyo de la ONU para mejorar la logística, pero mientras no existan dinero y maquinaria previsibles, los cronogramas se retrasarán—y también la confianza.

La prueba haitiana: la titularidad como control

La titularidad debe ir acompañada de autoridad para decidir. Tres salvaguardias prácticas lo harían real, como sostuvo la delegación de Antigua y Barbuda ante el Consejo Permanente de la OEA el 20 de agosto.

 

Primero, Haití debe presidir—o al menos copresidir—el Grupo de Coordinación. Ningún plan de trabajo por pilares, presupuesto o contratación mayor debe avanzar sin la conformidad haitiana registrada en el acta, con una excepción sólo para emergencias y aviso escrito inmediato después de cualquier acción. Esto garantiza que nadie pueda afirmar que la Hoja de Ruta fue impuesta.

Segundo, un plan anual de implementación emitido por Haití debe convertirse en el mapa al que los donantes se alinean. Si los haitianos no pueden decir “este es nuestro plan”, entonces no lo es.

Tercero, se han gastado miles de millones de dólares en Haití durante décadas y, sin embargo, los donantes no han visto mejoras sociales y económicas proporcionales. El escepticismo es natural; la rendición de cuentas es esencial. Por ello, la Hoja de Ruta debe incluir un cuadro público de resultados. Informes trimestrales emitidos por las autoridades haitianas—que midan seguridad, gobernanza, acceso humanitario y la lucha contra el tráfico de armas y la financiación criminal—aportarían garantía y transparencia.

Estas salvaguardias convierten “dirigido por los haitianos” de palabras en decisiones.

El papel de CARICOM

La Comunidad del Caribe (CARICOM) ha intentado desempeñar un papel en Haití en la medida de la capacidad colectiva de sus Estados Miembros. El Grupo de Personas Eminentes (EPG) de CARICOM ayudó a negociar los actuales arreglos transitorios, no exentos de críticas. La Hoja de Ruta de Ramdin prevé un papel para CARICOM en el CGM, pero CARICOM aún no ha examinado el plan de manera colectiva; fue remitido recientemente al Primer Ministro de Jamaica, Andrew Holness, como Presidente de CARICOM. Cuando CARICOM se involucre, debe asegurar que su función refuerce la construcción del consenso y la toma de decisiones haitianas.

El dinero habla. Que hable con claridad.

El costo de la Hoja de Ruta—unos 2.600 millones de dólares—es elevado. Se necesitan barandillas que aporten confianza a los donantes. Debe haber apoyo de seguridad previsible a través de una plataforma gestionada por la ONU con modalidades claras, aprovechando fondos voluntarios y bilaterales—no una dispersión de promesas ad hoc. Antes de cualquier conferencia de donantes, también deberían existir paquetes previamente comprometidos para la acción humanitaria y las elecciones; la conferencia podrá entonces alinear los proyectos de mediano y largo plazo con el plan haitiano. Es fundamental que cada país contribuya según su capacidad real, no por cuotas ni expectativas. Por último, para atraer financiamiento, el presupuesto y los costos unitarios deben publicarse, y los fondos liberarse por tramos sólo cuando se verifiquen metas de seguridad, gobernanza y acceso.

El precipicio del calendario: 7 de febrero de 2026

Una fecha puede desbaratarlo todo. Haití chocará con una barrera de gobernanza si no hay un sucesor legal del Consejo Presidencial de Transición (TPC) antes del 7 de febrero de 2026. La coordinación de seguridad se estancará, la preparación electoral se desviará y crecerán la insatisfacción y la discordia. Ya existe una creciente preocupación en Haití de que el plazo no llegue con el TPC no electo aún en funciones.

Como planificación de contingencia, debe prepararse antes de finales de septiembre de 2025 un mecanismo de último recurso para sustituir al TPC si no pueden celebrarse elecciones con credibilidad para instaurar un gobierno representativo. Es evidente que tales elecciones no pueden realizarse mientras las pandillas dominen la vida cotidiana. La contingencia debe formularse conjuntamente por delegados de grupos representativos haitianos, CARICOM, la ONU y la OEA, y quedar tomada nota por el Consejo Permanente de la OEA. Debe prever un órgano provisional de 90 días, limitado a funciones esenciales: coordinación de la seguridad, facilitación humanitaria y preparación electoral.

La medida de la solidaridad

Existe la creencia cruel de que el sufrimiento de Haití es inevitable. No lo es. Los haitianos son un pueblo orgulloso a pesar de la pobreza del país y de las durísimas condiciones que soportan. La Hoja de Ruta propuesta por el Secretario General de la OEA puede ayudar—si el financiamiento es real, el apoyo de seguridad es previsible y el liderazgo haitiano está comprometido y sentado en la mesa donde se deciden las cosas. El plan no es perfecto, pero ofrece un túnel con luz al final. Los haitianos y la comunidad internacional deben ayudar a perfeccionarlo, apoyarlo e implementarlo. Nadie debería volverse inmune a los horrores de Haití.

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